Bolonia y Roma nos dan espectáculo y errores defensivos


En el estadio Dall'Ara de Bologna, el equipo local recibió a Roma en un encuentro de la jornada 22 de la Serie A, que terminó con un 3-3.
Primero anotó Alessandro Florenzi, luego Alberto Gilardino firmó el empate, antes de que Pablo Osvaldo pusiera nuevamente en ventaja a los romanos. Sucesivamente,  Gabbiadini y Cristian Pasquato dieron vuelta el marcador, pero al final Panagiotis Tachtsidis igualó la contienda.
El partido, uno de los más apasionantes y con más errores de los últimos años, desde el primer minuto hasta el último fue totalmente de ida y vuelta. Imposible describir todas las ocasiones de gol y todas las jugadas más brillantes.
El primero llegó rápidamente  al noveno minuto, cuando Sorensen falló clamorosamente un pase en salida de balón  así Totti pudo habilitar en el área a Florenzi, quien entrando algo por izquierda se coordinó para pegarle bien de derecha y mandarla al fondo del arco.
La Roma, en ese periodo, concedía algo pero estaba en pleno dominio y así la impresión era que el 1 a 0 le abría las puertas de una posible goleada. En cambio, al minuto 17, la  Roma se equivoca totalmente atras , Castán pifió un anticipo de cabeza y así Piris y Balzaretti se vieron obligados a jugar prácticamente centrales contra Gabbiadini y Gilardino: el primero de los locales, con suerte, logró escaparse y remató, Goicoechea atajó pero Gilardino, quedado solo, pudo meter el 1 a 1.
Igualdad que duró apenas un minuto, porque inmediatamente llegó la reacción romanista, con una buena jugada por derecha, un centro certero de Pjanic y un cabezazo inatajable a quemarropa de Osvaldo, dejado culpablemente solo al límite del área chica por parte de la retaguardia de los locales.
Otra vez más, la Roma tenía ventaja en el marcador, pero nuevamente los giallorossi terminaron por regalar el empate, que llegó tras muchas ocasiones de peligro creadas por un lado y por el otro. En esta ocasión anotó Gabbiadini, clavándolo a lado del palo (el portero romanista pudo hacer algo más) con un zurdazo de media vuelta.
Los dos equipos siguieron jugando como si no le importara conceder a su rival y , al revés, como si la misión fuera la de anotar la mayor cantidad de goles posible. Así, el desafío siguió muy abierto e intenso, con las dos escuadras muy ofensivas, jugando prácticamente en setenta metros.
Guión que no cambió mínimamente en la segunda parte y así en el 54, gracias a otra gran jugada de Diamanti por la izquierda, el Bologna consiguio adelantarse: el capitán local se escapó por ese costado y puso un centro bajo, que Burdisso estaba por despejar cuando Goicoechea, inútilmente, salió y le dio al balón un débil manotazo, dejando ahí el esférico para que Pasquato pudiera empujarlo adentro con fuerza.
La Roma se volcó para adelante y empezó a empujar con todo, ayudado por los tres cambios decididos por Zeman (uno obligado, por la lesión de Balzaretti), que sin dudas le dieron más energías al conjunto giallorosso. Así, la Roma atacó con convicción y creó mucho peligro, si bien tuvo que aprovechar de una jugada de pelota parada en el 29 para meter el 3-3: centro de Totti y cabezazo magnifico del griego Tachtsidis.
Sobre el final pasó de todo y, por cuanto visto en los últimos minutos, el anfitrión hubiese merecido vencer el encuentro, puesto que Diamanti por dos veces hizo temblar el arco rival, primero con un zurdazo tan poderoso que el balón, tras pegar en el palo a la derecha de Goicoechea, rebotó hasta la línea lateral; después con un tiro libre magistral que dejó su marca en la escuadra.
Así, ambos tuvieron que conformarse con el resultado que no querían, un empate, que sinceramente no le sirve a ninguno de los dos, especialmente a los capitalinos.
Respecto a la figura de la cancha, hubo muchos jugadores que ofrecieron una gran actuacion, como Totti, Gabbiadini, Bradley o Pérez. Sin embargo, elegimos a Diamanti, porque fue el hombre que tuvo mayor capacidad de desequilibrar el encuentro con sus jugadas y que, por encima, ayudó de manera increíble a su equipo corriendo y marcando por todos lados, sin por eso llegar poco lúcido sobre el final, como demuestran los dos desafortunados postes.

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